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martes, 29 de octubre de 2013

A manera de prólogo

Resulta que el título de mi blog no es original. Después de poner en  Google la llamada, compruebo que hay muchas páginas con el mismo título, pero no desisto de utilizar esta denominación por las razones que ahora expongo:

La palabra, no cabe duda, es un don, pero también lo es el silencio. Porque es en el silencio donde llega la palabra meditada, esa que no dirías en un arrebato si hubieras tenido tiempo de pensarla.

El silencio no es un síntoma de falta de criterio, sin embargo no todo el mundo tiene la posibilidad o el atrevimiento de decir lo que le hiere, lo que le alegra, lo que lo entristece, lo que sea, en fin, desde esa locuacidad silenciosa que todos poseemos, aún ignorándolo.

Hay voces que se elevan, como si el hablar más alto diera la razón a quien lo hace; hay voces tímidas que denotan inseguridad, humildad, puede que sumisión; hay voces silenciosas, que pueden decirlo todo con una mirada, un apretón de manos, una sonrisa, una caricia, un simple gesto espontáneo. Es el idioma más universal que existe y en el que todos nos entendemos sin importar lugar de nacimiento, color de piel, posición social o diferencias culturales.

No se trata de hablar por los demás, puede que sí de los demás si la ocasión o la circunstancia lo requiere. Eso puede ser un pecado, o una virtud, según desde dónde y quién lo mire. Porque juzgar a nuestros semejantes por su apariencia, por actos puntuales, por cargos públicos (aunque eso vaya implícito en el sueldo) es algo que debería hacerse des el recato, desde el respeto, desde la exigencia si viene al caso. Uno puede ser crítico, siempre que esa crítica lleve a algún punto de análisis o de encuentro.

Hay muchas más razones para seguir manteniendo este título, pero lo más importante es que me gusta, que suena a profundidad, a esa profundidad donde el silencio es obligatorio porque si abres la boca corres el peligro de ahogarte en tus propias aguas (léase palabras).

Es por lo tanto, este, un blog que empiezo con ilusión, que abarcará pensamientos, poemas, reflexiones, lo que se me vaya ocurriendo en ese día a día que, a ciertas edades puede interpretarse como regalo.de la vida.

Por hoy, y como preámbulo, es suficiente. Es la primera vez que escribo en esta especie de diario, nunca tuve un diario, o si lo tuve, lo dejé escrito en las páginas de mi vida. No sé si tendré lectores, o seguidores, o como quiera que se llamen quienes siguen un blog. Es por tanto un intento, pero por encima de todo una necesidad. la necesidad de seguir siendo yo. Y para serlo necesito expresarme. Y una vez expresado ¿cómo guardarlo en un cajón? Tal vez a eso se le podría llamar vanidad. En mi caso me gustaría pensar que es una manera de compartir aquello que nos hace individuos libres, pese a nuestros errores.

Confío en que esto sea un error admisible.

Hasta la próxima..