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martes, 4 de febrero de 2014

ENTRE EL AYER Y EL SIEMPRE


Los poetas, la gente en general, miramos hacia nuestro ayer con añoranza. No en vano alguien dijo que la patria es la infancia de cada persona -o algo así-. En mi caso particular, miro mucho al pasado y observo que tiene mucho de presente. Porque aunque haya variado nuestra imagen, aunque la edad nos haya distanciado de ese tiempo de pájaros ( y al decir pájaros quiero decir inocencia), aunque hayamos creado una figura respetable o nuestro porte se asemeje al de un circunspecto inspector de algo, en el fondo, a poco que se escarbe, nos sale el niño que fuimos. La fuerza de esos recuerdos traspasa todas las barreras que la vida haya podido poner entre lo que somos y lo que fuimos. De ahí este soneto parecido a un jeroglífico con el que quiero representar esto que digo:

Ah, y me doy cuenta de que se explica mejor el poema cuando está acabado que cuando está en proceso de creación.

Si alguien escribe"ayer" y es otro día,
cómo puede saber lo que ayer quiso,
o, para ser en mi decir preciso:
quién dice ayer, si ayer es todavía.

Si en el ayer el ánima porfía
y el hombre hacia el ayer mira remiso,
quién puede darle al corazón permiso
para decir que ayer es otro día.

El tiempo es un lugar en la memoria
sin distancia ni estricto calendario,
sin barreras que impidan el regreso.

El tiempo es un invento de la historia
para aquellos que olvidan que a diario
la vida y el ayer se dan un beso.