Cuántos días baldíos
Haciéndome pasar por lo
que soy.
José Manuel Caballero
Bonald
Sólo el espejo sabe
de este ritual de gestos
de esta sonrisa puesta
de esta intención
que abarca la mirada.
Sólo el espejo, cómplice
de este que a mí se asoma,
de este que se disfraza con mis ropas,
con mis gafas de concha y mi sombrero.
Yo aguardo mi momento
agazapado aquí, bajo este cuerpo
que responde a mi nombre,
que saluda radiante a la muchacha
que vive en el tercero
y sonríe con pícaro
descaro;
que se acerca a mi puesto de trabajo
palmeando a los otros compañeros,
ofreciendo tabaco,
celebrando el triunfo de su equipo.
Pero al final me rindo;
me someto a su juego,
me despierto feliz de mi letargo.
Y me digo que no hay otra manera
de asomarme hasta el hombre que me habita.