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lunes, 1 de septiembre de 2014

CADENAS

Est poema pretende ser un canto a la libertad del ser, al hombre que ha sabido salir de la oscuridad; al hombre que ha pedido ayuda y se siente, al fin libre. Me parecen unas fechas acertadas, porque es la festividad de Nuesro Patrón y en el poema juega un importante papel su intersección para conseguir el milagro.

       -¿Estás diciendo que puedo volar?
-Digo que eres libre.
Juan Salvador Gaviota.-

1

Se descubrió mirando hacia ese punto
donde convergen todas las distancias.
Y una pequeña chispa, apenas llama,
volvió a prender el fuego de su anhelo.
Fuera, la luz. Al fondo, las cadenas.
Y eran sus manos, cárdenas de sombra,
la huella de una dura dependencia.
Doscientos...Cuatrocientos...Mil doscientos...
Uno...Catorce...Veinte...Veinticinco...
pasos sordos, cansados, impotentes...

Va cediendo la luz a la penumbra
y la noche resuelve en heroína.

2

Hoy la conciencia intuye un pasadizo
por el que traspasar las alambradas
y la sangre revienta las compuertas
que detienen el ímpetu del cosmos.
¡Puedo volar!. ¡ Soy libre!...
( Danza la mariposa un minueto
desde la libertad de sus estigmas).
Es breve la ilusión . Un espejismo
derrotado, otra vez, por las arenas
de una blanca promesa traicionera
que alcanfora la vida y la detiene
en el filo cortante de un pinchazo.

3

Me llamas con tu voz de caracola,
con tu canto engañoso de sirena,
con tu risa de fauno, mentirosa,
con tu falso señuelo libertario.
Pero yo se volar...¡Puedo ser libre!
...No hay cauce para un llanto arrepentido,
para una voluntad que se renace
desde la soledad de una promesa...
Mañana es el momento, sale el Cristo
con su Cruz de Pasión por mis cadenas.

Y nace la pregunta desde el fondo:
¿dónde la libertad? Voy a su encuentro.

4

Redoblan los tambores su salmodia
por la empinada cuesta del escarnio.
Todo es Cruz y silencio. Solo ojos
para admirar la entrega del cautivo.
Bajo un  recio sayal de penitente
acelera una sangre su latido.
Puedo volar...¡soy libre!.
Tengo la fortaleza del vencido.
Soy tu hermano, Jesús, ¡dáme tus alas!
remóntame a la cima del olvido...

Rasga el cielo un lamento de saeta.
Bajo un pardo sayal nace un suspiro.

5

¡La libertad al fin!. Desde tu barca
de pescador glorioso me has sentido,
has posado tu mano en mi cabeza
y has remado a mi lado decidido
¡No te detengas!, ¡sigue!, me dijiste...
Hoy creo que tu amor lo ha conseguido.
Tuviste fe en mi voz, en mi lamento,
en mi plegaria muda... Ya respiro.
Ya inundo mis pulmones con tu aliento,
ya te siento, Señor, ¡estás conmigo!

-¿Puedo volar? pregunto
                                   -Yo te digo
que has roto tus cadenas de cautivo.

6

Por esta libertad que hoy me circunda,
por esta sangre limpia que percibo,
por esta nueva luz que me conforta,
por estos nuevos ojos con que miro,
quiero hacer de mi verso una plegaria,
quiero elevar mi voz hasta tu oído,
quiero lavar tu herida con mi llanto,
quiero acercar mi paso a tu postigo.
Tú eres faro en mi piélago de sombras ,
y canta el Universo en tu latido.

Tú eres amor eterno, incombustible...
¡Y ya puedo volar hasta tu abrigo!.