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viernes, 17 de abril de 2015

A MODO DE PLEGARIA

El autocar se salió de la carretera y volcó. Pudo ser una tragedia. Los jóvenes del instituto regresaban de su primera excurisón, esa en la que los padres nos quedamos con el alma en vilo. Yo, por alguna razón profesional había subido unos días antes hasta le ermita de la Virgen del Espino, en la vecina localidad de Membrilla y sabiendo lo cercano de la salida hice una súplica...

.Me apetece contarte mis miedos y mis sueños,
a modo de plegaria rayando en confidencia.
Me apetece decirte lo que siempre he callado
por miedo a que mi llanto me hiciera transparente.
He llegado a ese tiempo donde todo es posible
desde estas soledades en que el alma me habita,
En el fondo no he sido más que un pobre reflejo
de una chispa que acaso se creyó omnipotente.
No he tenido la dicha de sentir tu mirada
inundando mis venas con tu místico arrobo
no he sentido el reclamo de tu voz, ni tu llanto
ha calado en mi entraña como lluvia de agosto.
Solo aquella mañana te miré de otro modo
persiguiendo el reflejo de tus ojos de fuego
reclamando el amparo de tu esencia divina
que supera la piedra y el cincel del artista.
Te miré cara a cara, con anhelos de padre
que suplica tu amparo desde un miedo insumiso,
te pedí con la fuerza que supone el anhelo
de aguardar un regreso de primeras urgencias.
Tú estabas en tu trono recamado de estrellas
con las manos cruzadas sobre un manto de armiño,
yo llegaba a tu ermita por aquella premura
que era solo un deseo de vencer mi impotencia.
Casi por un instante vacilaron tus manos,
o quizás fue mi anhelo de sentirte cercana,
de pronto fue  mi sangre volcán o catarata
y lágrimas furtivas rodaron alma abajo.
Salí de tu santuario con el alma contrita,
con la vaga tristeza de quien pide imposibles,
con la duda embargando mis rincones más íntimos
por si el denso silencio respondiera a mi súplica.
Tú eras piedra forjada sobre el sueño de un justo,
y acaso no tuvieras poderes sobrehumanos,
yo era solo un dudoso seguidor de tu nombre
que invocaba tu ayuda desde el fondo del miedo.
De pronto la tragedia salpicó nuestra casa
en voz entrecortada que anunciaba el suceso
y un instante de luto tiñó las esperanzas
de quienes soportaban ilógicos retrasos.
Pudo ser un suceso luctuoso y terrible
pero al final, ilesos, regresaron los hijos...
¿Fue tu mano piadosa la razón del milagro?
Nunca sabré decirte lo que sentí ese instante.
Sigo siendo un errado caminante del cosmos
que no encuentra la forma de agarrarse a un escollo
mis caminos no tienen horizontes precisos
y no hay luces al fondo del abismo que intuyo.
Tal vez fuera el momento de aceptar tu milagro
y albergar en mi sangre tu serena presencia,
pero he de confesarte que me asusta lo fácil
¡Y debe ser tan fácil refugiarse en tu manto!
Perseguidor de sueños, voy soñando imposibles
metáforas que alivien mi espíritu afligido
tal vez fuera lo justo volver sobre tu rostro
todo el amor que siento perdiéndose en la nada.
A modo de plegaria te he dicho lo que siento,
alguna vez las almas deben darse en palabras,
yo sé que tú me esperas como esperan las madres
a los hijos que el Mundo desterró de su abrazo.
A modo de plegaria, o acaso confidencia
-no sé porqué me atrevo si apenas te he seguido-.
Puede ser por tu rostro tan dulcemente hermoso.
Puede ser porque el cierzo me llevó hasta tu abrigo.